domingo, 2 de noviembre de 2014

El derecho y la obsolescencia programada / The Light Bulb Conspiracy


En el curso de Estudios Críticos del Derecho hacemos referencia de manera constante a la "Obsolencia/Obsolescencia Programada" cuando entramos a analizar industria cultural, mercado y la conexión entre creación de necesidades, consumo y la deficiente regulación de los derechos del consumidor en una práctica tan vieja como la misma revolución industrial o el capitalismo. Ahora, leemos, en el diario El País de España, que Francia es el primer país de Europa que reguló la "obsolescencia programada"  acá

Un extracto de la nota que, de paso explica qué es la obsolencia programada, su regulación y lo que se está discutiendo, dice esto:


estereotipos, mercado y consumos obsoletos - Medellín 2012
"Cafeteras, máquinas de afeitar, secadores de pelo, microondas, frigoríficos,lavadoras, ordenadores ... Miles de aparatos acaban en la basura antes de tiempo porque es demasiado caro repararlos, por falta de repuestos o porque no hay modo de desmontarlos. Es una forma reconocida de obsolescencia programada, una manera de acortar la vida de un producto antes de que se desgaste. Un caso sonado fue la demanda colectiva a la que tuvo que enfrentarse Apple en 2003 por no ofrecer baterías de recambio para sus reproductores MP3. Los demandantes, tras probar que las baterías se estropeaban antes que el aparato, ganaron el juicio y obligaron a la empresa a fabricar repuestos. 

Muy pocas veces han llegado casos como este a los tribunales. La obsolescencia programada, al fin y al cabo, está asumida como un mal necesario para estimular el consumo. Pero la crisis está cambiando las conciencias y cada vez son más las voces que recuerdan que la necesidad mantener una tasa mínima de renovación de productos no significa que haya que aceptar abusos. Además, genera toneladas de residuos que podrían evitarse. Finalmente, un país ha dado un paso al frente: la Asamblea francesa acaba de aprobar, dentro de la Ley de Transición Energética, multas de hasta 300.000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen la muerte de sus productos. La norma, que aún debe ser ratificada en el Senado, no solo es relevante por las sanciones que establece, sino porque es la primera vez que una legislación reconoce la existencia de la obsolescencia programada. “Estas técnicas pueden incluir la introducción deliberada de un defecto, una debilidad, una parada programada, una limitación técnica, incompatibilidad u obstáculos para su reparación”, reza el texto. Solo hubo un intento normativo anterior en 2011, en Bélgica, cuando el Senado aprobó una resolución que pedía al Gobierno que prohibiera esta práctica, pero nunca llegó a elaborarse una ley.



La norma francesa recoge todas las variantes de obsolescencia programada, pero su aplicación no va a ser fácil. ¿Cómo demostrar que se ha introducido un defecto “deliberadamente”? La industria, de hecho, siempre ha negado esa supuesta “premeditación”, pese a que es evidente que los electrodomésticos han acortado su vida útil en las últimas décadas. Un reciente estudio encargado en Francia por el Centro Europeo del Consumidor recopila varias muestras. Por ejemplo, los antiguos televisores de tubos podían durar hasta 15 años, mientras que los actuales no pasan de 10. “Y ocho de cada 10 lavadoras tienen cubetas de plástico, en vez de acero inoxidable, que pueden romperse con el golpe de una moneda”, prosigue el estudio. Los fabricantes insisten en que el acortamiento no es deliberado, sino que se debe a la exigencia de que los productos sean más eficientes y más baratos. 

Europa está empezando a abordar el problema. El Comité Económico y Social Europeo (CESE), órgano consultivo de la UE, aprobó hace un año un dictamen que exige la prohibición total de la obsolescencia programada. “Si tiráramos menos cosas a la basura, tendríamos que reparar más y se crearían miles de empleos”, afirmó Jean-Pierre Haber, ponente del dictamen, para rebatir el argumento de que la renovación es necesaria para mantener la economía." 

Dejamos a continuación un muy buen documental del 2010 que tiene varias versiones. Lo vi en 2012 con el título de "The Light Bulb Conspiracy" pero originalmente tiene esta versión llamada "Comprar, Tirar y Comprar" que adjuntamos de una de las emisiones de la RTVE en 2010 acá. El documental se central en la "Lamparita que nunca se rompía" que se comenta a continuación en la nota del país: "La bombilla eterna: El ejemplo clásico de obsolescencia programada es el de la bombilla. En 1924, un grupo de grandes fabricantes de bombillas (entre ellos Philips, Osram y General Electrics) acordaron limitar la vida de las bombillas a un máximo de 1.000 horas, pese a que ya se había logrado la posibilidad de que aguantaran hasta 2.500 horas. El grupo, conocido como cartel de Phoebus, justificó el pacto como una alianza de la industria para regular el mercado internacional marcando unos mínimos de calidad y eficiencia, y así evitar la expansión de otras empresas que intentaban competir con precios más bajos y materiales supuestamente de peor calidad. El cartel se deshizo dos décadas después, pero ha quedado como paradigma de maquinación de la industria para acortar la vida de un producto."

Las consecuencias ambientales, legales, sociales y productivas de la obsolescencia programada son diversas y el derecho por nuestras latitudes ni siquiera comenzó a pensar cómo regularlo. Quizás escribamos algo al respecto para salir de la inercia. Veremos.



Sigamos y salud!

2 comentarios:

  1. dejo algo para contribuir http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2014/02/medio-ambiente-costos-y-consumo.html

    el documental es excelente! saludos!

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    Respuestas
    1. Gracias por el aporte Julieta querida!
      Perdón por la demora en contestar pero estuve de viaje hasta recién, recién, recién.
      Ahi lo veo.
      Salut!

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