viernes, 19 de octubre de 2012

Clásico de clásicos, más que súperclásico: Filosofía y Monty Pythons


classic - no place no date

Miré el partido escuchando la transmisión por radio y, con absoluta sinceridad e indignación, no sé qué partido estaban viendo los relatores. Nada más lejos de sus comentarios. Lo mismo de siempre, me dirán, sí. Pero vaya que en los clásicos uno pide un poco de seriedad. Demuestran que poco saben y que sus dichos son puros sinsentido. Lugar común o sinsentido táctico y futbolístico. Aprendieron fútbol repitiendo el reglamento de la AFA de memoria y eso no es fútbol. No es fútbol. 

Muchas expectativas para un 0 a 1 muy flaco, muy poco interesante, pobre, y de la pobreza que empobrece más. El gol de cabeza para un partido poco pensado y sobre todo poco jugado, un símbolo y una contradicción.

Primero, las listas de jugadores que le pasaron a los relatores estaban mal. Y hubo errores que la AFA, FIFA, SADAF, CIF, AAFD o la organización que corresponda, no deberían haber dejado pasar, que no son admisibles en la alta competición. Ahí estuvieron podemos observar las manos negras de los mismos de siempre, los que forman grupos de la muerte, los que eligen arbitros mejicanos para finales repetidas, los que mandan exámenes a estrellas en su climax para arruinar el mundial, que parcializan el juego y manchan a la vocación filosófica de la pelota.

Más allá de todo esto, el juego, los jugadores, vale la pena que nos concentremos. Alemania se formó con Liebniz, Kant, Hegel (Capitán del Equipo), Schopenhauer, Schelling, Beckenbauer, Jaspers, Schelgel, Wittgenstein, Nietzsche y Heidegger.

Y acá más problema: Kant nació en Königsberg en lo que era el imperio prusiano. Ahora, con el paso del tiempo y el corrimiento de las fronteras, Konisberg pasó a ser Kaliningrado y fue mucho tiempo parte de la ex-URSS. Actualmente es parte de Rusia. Qué hacemos? Ludwig Wittgenstein, nació en Viena, no fue nunca considerado un alemán, sino Austríaco en el mejor de los casos (más allá de la cercanía de comunidad de identidad que tienen estas dos naciones). Beckenbauer no es un filósofo y no tiene idea del fútbol. Es un amargo. No se sabe bien quién fue Schlegel (y de dónde salió su mérito para participar en este partido), o si fue un error de los relatores, porque puede ser Scheler, Max Scheler, quien debió ocupar ese lugar o quien efectivamente ocupaba ese lugar. No sabemos.

Los griegos se quejaron formalmente por estas dudosas pero no hubo caso. Esto se puede deber a que fuera del joven Cornelius Castoriadis (que en realidad es greco-turco cuya nacionalidad/nacioanlización se  disputa Francia también) han perdido mucho del peso político de la edad dorada de sus jugadores, que si bien ensombrecen a muchos jugadores de la actualidad filosófica por supuesto (cuando estos últimos no copian a aquellos directamente), parece ser una tendencia muy díficil de revertir. Tal vez, sus rivales podrían haber objetado, con razones similares, los ingresos de Empedocles y Sócrates (para muchos alemanes una creación literaria del árquero Platón). Grecia, por su parte, formó con el gran Platón, (de espaldas anchas, no? y de valla invicta), Epitecto, Aristóteles, Sófocles, Empedocles de Agraga (ver acá), Plotino, Epicúreo, Heráclito (Capitán), Demócrito, Sócrates y Arquímides, estos últimos dos delanteros letales, los verdugos, para Alemania.


La verdad es que estuve muy en desacuerdo con que Karl Marx no fuese de titular, la dupla Karl Marx y Ludwig Wittgenstein, en definitiva, la dupla "La idea no es interpretar, sino transformar la realidad" (Tesis 11) -" De aquello que no podemos hablar, debemos callar" (Tractatus) es una dupla conflictiva pero productiva en su máxima expresión. Jaspers al banco, obviamente. O Schlegel. Un error del siempre protestante Martin Luther (Martín Lutero para los locales) que hizo un planteo muy esquemático, rígido en la cancha, lo que al momento del gol se pudo observar con claridad, la defensa parecía de metegol. Además, el entrenador dejó en el banco (o directamente afuera de la convocatoria) a jugadores prometedores como Benjamin, Adorno, Gadamer, Horkheimer y el joven prodigio Habermas. Algunos pidieron incluso a Carl Schmitt, pero saben lo polémico que es este jugador para el plantel, siempre atrapado por su lógica del amigo-enemigo, cerrado habitualmente en un juego solitario y decisionista (pegando mucho desde afuera, tratando de irse solito gambeteando, morfón, en los momentos donde la supervivencia del equipo en el partido están en cuestión y olvidando el juego en equipo en los momentos definitorios).

Por lo pronto, el partido que prometía un choque de titanes, de rivales clásicos, fue más cerebral y pensado que jugado, más táctico que físico, lo que le quitó mucho potencial de vida al encuentro. El arbitraje de Confucio, junto con los jueces de línea San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dejó mucho que desear. Por ejemplo es claro que se equivocó en el momento clave del partido: el gol de Sócrates. Además si era la tercer tarjeta de Nietzche en cuatro partidos debió haber suspensión. Nietzsche, durante el partido, afirmaba que no había libertad real (free will) y Confucio le dijo "nombre a la libreta" ("name going book").

La única jugada interesante del partido fue la del gol. En ese momento, el equipo intentó le disputaba a Confucio lo que parecía una decisión consumada. Hegel argumentaba que la realidad es meramente a un a conjunto a priori de éticas no-naturalistas, (arguing that the reality is merely an a priori adjunct of non-naturalistic ethics), Kant vía el imperativo categórico estaba sosteniendo que ontológicamente esto existió sólo en la imaginación (categorical imperative is holding that ontologically it exists only in the imagination) y Marx le gritaba que era offside con su libro de notas en la mano. Y Marx tenía razón, fue claramente fuera de línea. Un telebim para este partido! Santo Tomás, ciego por el dogma con el offside. Confucio les respondió: "Espera lo inesperado, acepta lo inaceptable".

Dejando eso de lado, fue un hecho de justicia filósofica que el único gol del partido lo haya convertido, después de una gran jugada (de Arquímides por supuesto) y sobre todo de cabeza, el gran Sócrates (y no estoy hablando del jugador, cuyo primer nombre era Sócrates -acá- de la selección brasilera que festejaba con el puño cerrado, gesto socialista, sus goles, ese es otro grande), el más grande jugador de todos los tiempos.

Lamento no haber visto la semifinal con Jeremy Bentham y John Stuart Mill, grandes talentos, junto a jugadores clásicos como Thomas Hobbes y John Locke.

Obviamente que después del partido se hicieron notar los comentarios desaprobatorios, las duras críticas de Hannah Arendt, Simone Weil, Simone de Beauvoir y Margaret Mead, entre otras, repudiando la segregación de sexos en el deporte y en la filosofía (clásica) misma. Catherine Mackinnon, Iris Marion Young y Andre Dworkin no saben -o nunca supieron en estos dos últimos casos- mucho del fútbol como deporte, pero seguramente coincidirían con sus predecesoras con sus propias razones. En cambio, a Martha Nussbaum sí le gusta el fúbtol, ella le dice Soccer, y estuvo muy contenta con que ganó Grecia, país y filosofía en que se especializa (ver sus primeros libros). Mucho más con el gol de Sócrates.

A todo esto, el encuentro resultó ser un homenaje a la madre de todas las madres, madre de todas las ciencias, la Filosofía, que justamente en su día vivió un día más que especial. Un verdadero clásico de clásicos....

PD: El video original en la entrada no tenía estos subtítulos, por eso las traducciones. Originalmente Publicado, acá.
19/10/08 2:28 PM.

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